lunes, 19 de mayo de 2014

Pagan poetry.

Existen muchas maneras de ocultar algo; en lo personal prefiero dos, la primera, esa donde ocultas algo poniéndolo a la vista de todos, y la segunda, la que se refiere a la frase "¿Dónde ocultas una hoja? En un bosque". No sé cómo se llama lo que estoy viviendo, muchos lo han catalogado como "duelo", porque algo murió, no físicamente, pero sí a nivel emocional, algo se murió, y aún no logro enterrarlo. He tratado de lidiar con ello de muchas maneras, el humor es una de ellas, pero al parecer, a las personas les parece que me castigo de más cuando comienzo a hablar de ello e intento comenzar con un poco de drama para luego dirigirlo hacia la línea de lo cómico, pero aún no me sale; mis torpes intentos son interpretados como que aún estoy dolida, y que me rehúso a salir de ese estado. Nada más lejano de la realidad. 

Agradezco mucho a todo aquel que me dedicó algunas palabras de ánimo, ni hablar de los que estuvieron conmigo en lo más oscuro del proceso, cuando no podía pensar claramente y todo me parecía fatal e irreversible: gracias. No lo habría conseguido, o me habría tomado más tiempo. Tiendo a ser visceral, y hasta después de que saco todo lo que me hace daño, es que puedo comenzar a pensar. Racionalizar. Y es entonces cuando escribo. Pero a veces no sé si carezco de habilidad para darme a entender, o es por el hecho de que pasé por una ruptura, que piensan que me he vuelto monotemática y que ando cargando todavía ese lastre encima. Y sí, tal vez así lo sea, pero creo que estoy en mi derecho de expresarme, y si a alguien no le agrada, o siente que no puede seguirme ese paso, está en su derecho también de no leerme. No pasa nada. Sin embargo, he alcanzado el punto en que yo también me harto de mí. Me canso de estar triste, de perder el apetito, de huir de las personas que me rodean, de tener la mirada perdida cuando nada reclama mi atención. Me aburro de estar así, no porque no aprecie mi propia tristeza, sino porque siento que es momento de interiorizarla más, hundirla más, dejar que la absorba mi corazón y ocultarla a la vista de todos. ¿Por qué? Porque es mía, me duele a mí, sólo me afecta a mí, no tiene por qué vivirla alguien más. Por eso dejé de mencionarla cuando escribo algo al aire, donde todos lo leen, aunque sea dando un rápido vistazo a su TL; yo le llamo "candado mental", me autoimpongo un pensamiento que sirva de represor para los impulsos que aún siento de vez en vez. Pero, como también no puedo evitarlos por completo, decidí venir a escribir aquí, donde nadie lee, donde llega sólo aquel que desea hacerlo. Aquí me quito la máscara. 

Usar una máscara es fácil: te la colocas y ya. La mía no es una máscara en sí, sino el rostro que doy cuando la personita feliz que vive en mí decide escribir y hacer bromas y no tomarse nada en serio, porque al final, si no te ríes de ti mismo, no puedes reírte de otros. Esa personita lo sabe y se ríe de sí misma, a todas horas, en todo momento. Pero la otra personita dentro mío, la que es fatalista y depresiva, tiene que salir a respirar de vez en cuando, vomitar toda su inmundicia, y regresar a su encierro. Ahora lo hará de forma más privada y reservada a este espacio. Dejará que el rostro de la personita feliz ocupe lo público y diario, y ella estará sólo para mí, aquí, esperando a que yo la deje afuera. Ni mis amigos ni otras personas ajenas tienen por qué soportarla. El que quiera leer, que lea, y el que no, puede mantenerse al margen y nada le será reclamado.







This time, I'm gonna keep me all to myself.