domingo, 25 de agosto de 2013

Game we're playing is life, love is a two way dream.

Temo escuchar cierto tipo de música, algunos grupos o canciones que son un detonante para recuerdos de experiencias pasadas, que si bien en su momento tuvieron un papel relevante en mi existencia, ahora son declaraciones de las heridas que aún no logro suturar bien, a fin de que queden bien cerradas y cicatricen hasta dejar un leve esbozo de algo que pasó hace mucho tiempo. 

Es así como voy esquivando memorias, evitando pasillos de dudosa iluminación en cuyos alrededores pudiera agazaparse el espectro de un mal recuerdo, eludiendo a toda costa aquello que sé que me lastimó y empeñándome en querer ser feliz por completo, aún a sabiendas de que -mi subconsciente, siempre a la espera- volverá en forma de sueños que me dejan por las mañanas un sabor a ira, decepción, soledad.


En algún lapso de nuestras vidas hemos dado en "dedicar" una canción a alguien, algo, un instante en el tiempo u ocasión especial en la que de pronto convergen una serie de circunstancias fácilmente identificables con alguna estrofa de las canciones que solemos incorporar al soundtrack de nuestros días, y a la ligera, sin pensarlo mucho, hacemos una simbiosis donde nuestros recuerdos viven en conjunto de esa melodía que los evoca cada que la escuchamos. 

Podría decir, por ejemplo, que al oír You Know That I'm No Good, vuelvo a ser el conductor de un auto que se desplaza a través de una carretera en la que empieza a llover, con un atardecer que no llega todavía a ser crepúsculo, y a mi lado hay alguien que canta conmigo y de pronto sujeta mi mano, la mano que dirige la palanca de velocidades, en un gesto que grabó en mi cerebro un mensaje de que alguna vez existió un cariño más allá de la simple relación carnal que pudo haber existido.


Escuchar música para distraerse, para no pensar; imposible de hacer, si he vivido tantas edades, aún sin tener demasiada estancia en esta tierra... Recordar con qué devoción me miraban tus ojos al compás de un Nothing Else Matters que erizaba los vellos de mi piel y me hacían creer que podría, tal vez, ser eterno.

No tengo problema alguno cuando de olvidar se trata. Y es que siempre he preferido dejar ir, entregar, y luego lidiar a solas con las consecuencias de mis actos. Echar sal a la herida, abrirla, lamerla, como parte de un acto masoquista que disfruto enormemente, porque estoy convencida de que no puedo ser feliz sin al menos una dosis de dolor; cuando por fin me harto de inmolarme, dejo que cierren poco a poco, sin prisas, esperando el momento en que una canción venga a asaltarlas.

Anna Lee es una de esas canciones que me alguna vez alguien me dedicó casi al final de lo que teníamos, cuando un beso en la frente y un abrazo fue su manera de decirme que no podía lidiar con mis problemas por más tiempo, con una callada promesa de que ahí estaría para cuando yo estuviera mejor. Es más que evidente que eso nunca sucedió. Dejé de creer en juramentos, y mi vida comenzó a ser un poco más fácil sin esa carga que conlleva el ser depositario de los anhelos de alguien más que no está dispuesto a dar lo mismo que tú sacrificas por él.

Durante muchos años no había podido escuchar esa canción por la cloaca que amenazaba con desbordarse cada que intentaba hacerlo, y el sentirme como una tonta por dejarme influir así también me enojaba, hasta ahora, que descubro que puedo oírla; si bien es imposible suprimir los recuerdos, descubro que ya no me lastiman más, que por fin lo dejé ir por completo y ahora sólo es uno de esos relatos que puedo contar sin agobiarme, sin arrastrar el dedo por la cicatriz.

No puedo, sin embargo, evitar preguntarme a dónde habríamos podido llegar de nunca haber terminado. Pero supongo es una de esas dudas que sólo vislumbraré en sueños, que me lleven, no sé, a dimensiones que no tocaré en mi realidad actual.



Sólo recuerda que if you forget my name, you'll go astray, like a killer whale trapped in a bay.

1 comentario:

D3 & EGOSELF dijo...

¿Alguien dijo masoquista? :D

Ya en serio, a mi nunca me han dedicado canciones, y me alegra porque estoy segura que me pasaría lo mismo, y si, el tiempo, si bien no hace desaparecer a las heridas, hace que sean menos dolorosas.