Como resultado de la vida normalista llena de emociones tras un escritorio y caminatas por el salón, mi anatomía sufrió un gran cambio en su estructura, volviéndola adiposa y floja. Traducción: qué cerda me puse. Ya sé que no era una sílfide, pero vaya, tampoco hay que abusar. Así que me dije, ya chole con la hueva, y me lancé directito al nutriólogo, quien me puso un régimen bien cookie [ja, ja, cookie], en el que hago mis tres comidas, tengo una o dos colaciones, no me da hambre, y lo más importante de todo: ¡¡PIERDO PESO!! Porque hay que aclarar que existen personas que por más que se someten a dietas y cuánta mamada se les pone enfrente, nada más nel. Claro que no todo es tragar; también me mandó a hacer caminata y bailar zumba y no sé qué más, pero ahorita sólo le entro a caminata porque eso de meterme a un grupo de señoras moviendo las carnes a ritmo de música reggetonera pretendiendo ser electro como que no es lo mío.
Con esto en mente, me lancé a la pista de atletismo más cercana a mi humilde hogar, donde todas las tardes voy a dar vueltas y vueltas, y sin ningún otro entretenimiento que mirar a las demás personas que van al lugar, el cual es bastante popular -desde las 4 a.m. ya hay gente caminando ahí-. Yo siento que voy caminando normal, moviendo mi estructura ósea como se supone es conveniente, entonces, ¿qué sucede con los otros? Hay doñas que según van trotando pero la cadera se les mueve como si bailaran cumbia, está el típico don que al correr puja como si fuese a velocidades increíbles y apenas si te logra rebasar a ti, lento caminante; están los deportistas que llegan vestidos como si fueran a correr la maratón, los viejitos que tienen más vigor y aguante que nosotros, sedentarios jóvenes [snif], las señoras que nada más van chismeando, hay otros como yo, que caminamos normalmente, a veces escuchando música, a veces no, terminamos y nos vamos...
En la escuela en la que estoy trabajando ahorita, hay una maestra que decidió comenzar a tomar sibutramina, este medicamento ayuda a quitar la sensación de hambre, recuerdo que yo una vez pensé en tomarlo, investigué sus propiedades y efectos secundarios, pero no pude encontrar donde la vendieran sin receta -cosa difícil si lo haces de la forma legal- así que desistí y decidí no tomar el camino fácil. Y la verdad, es más satisfactorio esforzarse y ver resultados, a matarse con tanta pastilla y "productos milagrosos" que ayudan lo mismo que el Papa a la paz mundial: nada.
Snif, soy tan feliz así...
Pero extraño el helado ¬¬.
2 comentarios:
Seee, es el síndrome de las teachers jaja
Pues yo soy del club de las doñitas zumberasreggeatoneras jaja y me divierto un chorro, he bajado peso y me he sentido mucho mejor.
Usté haga el ejercicio que le venga en gana, el caso es hacerlo y ya jaja
Saludos y échale ganas
Arrivederci
eso si, mira lo que importa es estar bien con uno, sea como sea... peor si es con salud mejor!
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