domingo, 23 de noviembre de 2008
En la calle
A veces me recuerdas a los perros callejeros; flaco, desnutrido, con la mirada triste y mendigando pan y cariño. Pero no es por tu apariencia de la que hablo, sino de los pensamientos que me inspiras. Es como ese perro escuálido que veo todos los días cuando voy rumbo al trabajo, al que me encuentro a la salida, el que siempre voltea a verme si le chiflo. Siempre tengo el impulso de darle de comer, de acobijarlo, de sacarlo de esa miseria en la que vive y darle, tal vez, un poco de fe en ese animal autonombrado humano. Pero sé que aunque sea domesticado, en el fondo será siempre un perro callejero. Y así te me figuras tú, un perro callejero que se coló en mi casa y que por el momento no estorba para nada, hasta el día, claro, en que comiences a apestar.
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2 comentarios:
Ay! que bonito!!!!
Me encanta!!!
saludos^^
Chingosísimo post, ya nomás por eso directito todo el blog a mi lector de RSS ...
Saludos!
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