martes, 30 de septiembre de 2014

Disclaimer.

Cuando me siento a punto del colapso, me alejo de todos para dejar que la bomba explote en otro lado. Puede ser una postura egoísta de mi parte, al no permitir que nadie más vuelva, bajo ninguna circunstancia, a cargar con el peso que en un momento dado decidí echarme encima por mí misma. Agradezco enormemente a los que se han tomado la molestia en preguntar cómo estoy; aún más, a los pocos amigos, enormemente apreciados y queridos, que se han preocupado por contactarme y hacerme saber que no estoy sola, porque los tengo a ellos. Tienen razón. Gracias.

Quisiera calificar mi melancolía de algo pasajero, algo que pasará pronto; sin embargo, al correr el tiempo sólo se ha ido arraigando en mi ánimo, más y más, al punto en que ya no me es posible identificar si es debido a una persona, si son las condiciones del contexto en que me desenvuelvo, o si sólo soy yo la que está mal, la que no puede darse la oportunidad de salir de esto o si dejé que la depresión me envolviera tan paulatinamente que, cuando me percaté de ello, estaba sentada en el fondo. Recuerdo mucho cuando practicaba natación; solía sentarme en el fondo de la alberca semi-olímpica, con las piernas cruzadas, probando los límites de mi capacidad pulmonar. Para mí era muy tranquilizante estar ahí, alzar la cabeza y contemplar la luz que se filtraba a través del agua, hasta que se me terminaba la reserva de aire y tenía que salir a la superficie. Así me siento en estos momentos. Estoy cómodamente sentada en el fondo, pero las aguas son turbias, oscuras, y al alzar la cabeza puedo ver la luz que logra abrirse paso entre ellas, puedo ver rostros familiares que me esperan para cuando decida salir. Estoy esperando a que se me termine el oxígeno en mis pulmones, y entonces, será ahogarse o vivir.

No es secreto para muchos el cómo es mi familia, y, aunque usted, querido lector ocasional no lo sepa, no lo describiré por ahora. Hace meses mi madre me ofreció el apoyo profesional de un terapeuta, el cual yo rechacé tajantemente, porque siempre me ha parecido que los problemas debe resolverlos uno, sin intervención de terceros que no conozcan las circunstancias que rodean al hecho. A algunos les funciona, a mi mejor amiga le ha ayudado muchísimo asistir a terapias, otros me cuentan sus experiencias en las que no les fue tan bien; tal vez no sea para todos, tal vez no sea para mí, no lo sé, me paraliza el miedo de abrirme de esa manera ante alguien que desconozco por completo, pero después de meditarlo mucho -y de compararlo a que es igual que venir a desahogarse aquí, o por twitter, donde cientos de personas te leen- decidí aceptar ir con un psiquiatra para que me evalúe psicológicamente. Aún no asisto, porque, conociéndome, estoy esperando a que el aire se me agote de nuevo para aparentar que estoy bien, que no pasa nada, para que no sea tan severo el diagnóstico, que no me recomiende terapia, que no sea algo que tenga que hacer siempre; en pocas palabras, voy en camino al autosabotaje, otra vez, como lo hago cuando se trata de atender a mi salud emocional. Me está costando mucha voluntad hacerlo, aún no lo asimilo ni sé qué me suceda cuando al fin ponga un pie en el consultorio, pero ahí estaré, una sola sesión, y si resulta ser lo que necesito, entonces continuaré; si no, ya saldré de nuevo, de alguna forma. 

Estoy estudiando una maestría en educación básica; en este segundo año, donde comenzamos a escribir la tesis, elegimos la especialidad con la que nos titularemos. Yo escogí pedagogía de la diferencia y la interculturalidad, precisamente porque es lo que me falta, conocerme a mí misma y a los demás. Pensé que sería más fácil porque nos darían instrumentos para autoevaluarnos y así, de manera individual, ir reconociendo nuestras carencias: nada más equivocado de la realidad. En la última clase que tuvimos, me encontré a mí misma llorando por el sentimiento de soledad y desolación que me quedó cuando me golpeó la enorme evidencia de que mi propia familia me abandonó cuando más necesitada de su apoyo estaba, que a nadie le preocupó realmente lo que sucedió, sino que buscaron culpables, dieron sus juicios y se zanjó el tema. No tuve ni confianza ni entereza para continuar buscando en ellos algo que me uniera, por lo que soy una extraña en ese ambiente, alguien que se aisló porque no se siente reconocida ahí. Pero ahí es donde vivo, donde tengo que estar todos los días, así que debo hacer el esfuerzo -por mí, no por ellos- de estar bien, de sobrellevarlo y superarlo para no tener remordimientos estúpidos el día en que me vaya. Resiliencia, le llaman ahora. Dijo mi asesor que yo tengo mucha capacidad para eso, porque no había dado muestras, desde hace meses, de estar mal. Y yo pienso en las máscaras que tiene uno que portar para fingir que no sucede nada, cuando por dentro estás deshecho.

Extraño a la que yo soy. Extraño a la muchachita libre, desfachatada que no teme alzar la voz cuando no está cómoda. Pero soy prisionera de mí misma, de la otra mujer que me dice que no soy lo suficientemente buena, ni bonita, ni inteligente, para lograr lo que quiero. De la que me dice que sólo quiero estar con alguien para no estar conmigo, de la que me tacha incapaz de querer a alguien desinteresadamente, de la que me susurra que son mentiras las frases bonitas que me dicen otros. En fin, tanto por trabajar que debo comenzar ya, antes de que se termine el oxígeno y me ahogue. Quiero escoger vivir, una vez más. No tengo ni 30 años y siento como si tuviera 60, me han rechazado, me han herido, he pasado por todas las fases de la vida en muy poco tiempo, y sí, estoy cansada. Quiero pasar el tiempo que me quede tomando mis propias decisiones, y si me parto la madre con alguna, que sea porque así lo quise. Me estoy arriesgando, dejar la zona de comodidad es difícil, pero creo que sólo lograré lo que me propongo si lo hago, y no esperar a que las cosas fluyan, o de alguna manera mágica se realicen. Espero tener ayuda en el camino, y estará conmigo el que así lo desee; nunca ha sido mi estilo el obligar a nadie. Si no ayuda, no estorbe. Necesito vivir.





Es hora de salir.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo was here :B