jueves, 16 de abril de 2015

Estoy regresando a ser visceral.

De algún modo, se siente como volver a casa.

Es difícil vivir con la bestia interior, cuando vas con la bandera de Caperucita por el mundo.

Mire, yo vengo con histeria incluida, ¿sabe? Pero la controlo. Dentro, muy dentro, se revuelve, choca, rasga las paredes de mi interior y se arremolina, se calma, espera, y vuelve a arremeter. Siempre luchando por salir, a la expectativa de la hecatombe, la catástrofe, algo que destruya lo -mucho o poco- que haya edificado por mí misma. Hambrienta, me roe las entrañas, esparce sus fluidos en mi garganta, me ahoga con sus pequeños dedos en la tráquea. Entonces doy un gran trago y vuelvo a mandarla a lo más profundo de mi ser, guardo compostura, me mantengo impávida, dejo que todo me arrolle sin mover un solo músculo. 

Y luego me pregunto tontamente por qué estoy como estoy: un desastre. 
Me gusta tener cosas bonitas, porque existe tanta mierda recorriendo mi vida ahora mismo, que debo embellecerla con objetos materiales que me hagan sentir bien durante un rato, aunque después todo se vuelva vacío otra vez.

miércoles, 15 de abril de 2015

Es mi fiesta y lloraré hasta quedarme dormida si yo quiero.

Una vez me dijeron que dejara caer la máscara. Lo hice, y resultó peor, al parecer. Así que he estado trabajando en hacerme una nueva, más bonita, más segura, más moldeable, más agradable, más despreocupada, más amigable. Pero es una máscara, después de todo, y sólo he conseguido aislarme poco a poco, más profundamente cada vez.

Como no sé decirlo de otro modo, ni estoy para rodeos, lo escribiré directamente: me considero un fracaso en muchos aspectos. He fallado demasiado y no encuentro cómo enmendar muchos de mis errores, o le doy demasiadas vueltas a las circunstancias que condujeron a que se dieran situaciones fallidas. Las sesiones con la psicóloga y el psiquiatra sólo han arrojado resultados sobre mi falta de asertividad, mis carencias afectivas y lo que NO quiero para mí en la vida, porque es justo el camino que estoy siguiendo, y no, no me está haciendo bien. Es más, creo que me estoy provocando más daño. Muchas veces en el pasado pensé y manifesté que no quería meterme con mi salud mental y emocional porque se iba a destapar una cloaca muy fea. Y sí, como lo previne, lo que hay dentro está feo, mucho. 

Dejé de hablar de esto en público porque se comenzó a volver un estigma, algo cansino, con el consecuente "ya supéralo" latente que te dicen todos en sus pláticas, en sus respuestas, en el modo en el que te miran cuando empiezas a manifestar cierta melancolía. Y en cierta forma tienen razón, qué flojera estar con alguien que tiene ese tipo de problemas, ¿no? Les pides tantita comprensión y paciencia y pues no se puede, mire, yo también tengo mis problemas, mejor ahí nos vemos después. Claro, hay honrosas excepciones, pero esos ya sé quiénes son. Ustedes lo saben. Pero volvamos al punto: estoy en ese momento en que incluso la familia siente (y dice) que fue demasiado. Bueno, entonces sigamos con la medicación, con el "no pasa nada" y tratar de estar bien todos los días. Todos los días. Todo el día. La parte del día que ellos ven.

[Hace un rato, mi madre me vio escribiendo, con los ojos rebosantes de lágrimas, y se acercó a decirme justo eso, que debería superarlo, que tuviera ánimos, que soy una persona muy inteligente y que soy una guerrera, que no me deje derrotar y que saliera adelante. Quiero a mi madre pero no, no son esas palabras lo que estoy buscando.]

A veces prefiero contarles en persona lo que me sucede. Antes prefería hacerlo por escrito, porque me expreso mejor cuando escribo, pero me hace falta ese abrazo, ese contacto visual, la cercanía de alguien a quien quiero y sé que me quiere. Y es así como paso semanas enteras sin escribirles, sin que sepan realmente qué me sucede, y sólo leen a la máscara, con sus boberías y desatinos que -al parecer- son hasta cierto punto con intención de entretener y distraer. Distracciones, esa es la palabra clave. Querer aparentar que todo está bien para no preocuparlos. Pero llega el momento en que necesitas auxilio, ¿no? Cuando dices "me estoy ahogando y no sé cómo salir". Me siento mal por querer atención, pero es humano desearla; no me importa qué tan "antisocial" y "aislado" seas, si escribes en un medio público, es porque sacias tu necesidad de atención de ese modo. Porque hasta en eso somos distintos, cada quien satisface su necesidad de atención como mejor le acomoda. Pues éste es el mío. Necesito que sepan que me estoy muriendo por dentro y que la base de todo ello es la sensación de fracaso inminente que siento ahora mismo.

Confieso que extraño la medicación que suprimía las emociones, si bien era yo un zombie, al menos dormía bien y no lloraba para nada; lástima que los efectos secundarios eran demasiado molestos, si no, así hubiera seguido. Lo que tomo ahora controla la ansiedad, pero no es lo mismo. La suspendí durante un lapso para poder alcanzar un objetivo, pero el rebote de los químicos en mi cerebro vino peor. Me percaté de que estaba muy mal el día en que pensé que mezclar alcohol con todas las pastillas posibles de mis medicamentos sonaba como algo deseable, o que si dolería mucho ser arrollada por un tráiler. Algo en mí reaccionó, diciéndome "no, no vas a hacer eso, no" y fue que decidí refugiarme con mis padres para evitar hacer algo que pudiera dañarme a mí misma. Eso significa que aún quiero hacer algo más adelante, que sigo teniendo metas -aunque sean pocas- y que, por sobre todas las cosas, quiero seguir viva, expectante ante lo que pueda suceder. No retaré al universo a que me haga algo peor, pero al final, nada está escrito en piedra, nada es eterno, y todo puede cambiar, siempre. Me han dicho que mi falta de planes para el futuro es algo desesperante, y sí, soy voluble y todo porque decido con base en lo que deseo para mí en ese momento. Hoy tomé una decisión drástica pero aún tengo tres días para cambiarla, y todo dependerá de la motivación que reciba en esos días. Así soy. No tengo por qué modificar mi conducta. Si siento que está mal o que no me está dejando alguna satisfacción, entonces lo más lógico es abandonar. 

Esto lo escribo para ustedes, mis personitas especiales que me han conocido a lo largo de este tiempo, de los años, de todo lo que ha sucedido. Gracias por estar ahí. El sólo saber que existen es aliciente para mí. Quisiera escribir más, pero al parecer la elocuencia se ha ido y sólo quedo yo, otra vez.Yo, como única cosa que tengo para ofrecer. Gracias por leerme.

domingo, 5 de octubre de 2014

Insomnio strikes again.

viernes, 3 de octubre de 2014

Hoy...

Hoy ha sido uno de esos días en que sólo dormí tres horas, comí una sola vez en el día, y olvidé traer comida a casa, así que sólo espero a que mi estómago no se rebele mucho. Hoy ha sido uno de esos días en que he respondido mensajes, en que he recordado pendientes y no me he podido concentrar en mi tarea. Hoy ha sido uno de esos días en que me desmayo durante media hora en algún sillón y al despertar tengo la sensación de que han pasado eones desde la última vez que bebí agua. Hoy ha sido uno de esos días en que alguna compañera de trabajo dice que tengo la mirada cansada, me pregunta por mi insomnio y me recomienda alguna bobería que no alcanzo a registrar en mi memoria. Hoy es uno de esos días en que las lágrimas me brotan sin siquiera estar consciente de ello, hasta que siento la mejilla mojada y saco rápidamente una servilleta para limpiarlas. Hoy es uno de esos días en que siento la imperiosa necesidad de estar sola, y el recuerdo del último abrazo que recibí un 14 de septiembre se impone. Hoy es uno de esos días en que quiero desertar de todo y de todos, en los que considero que realmente no es tan importante mi presencia, el mundo sigue girando, la gente sigue viviendo, los tipos con los que alguna vez quise tener algo están cogiendo con sus novias y ni se acuerdan de mí, que si alzo la voz sólo seré tachada como una buscadora de atención, que sólo pierdo mi tiempo queriendo volver a donde fui feliz, cuando sé que no hay retorno. Hoy es uno de esos días en que me cuestiono si realmente valdrá la pena todo lo que me estoy reservando para poder salir de este lugar, aunque de eso no hay duda, necesito dejar atrás todo esto. Hoy es uno de esos días en que siento la presencia del Monstruo, poniéndome su mano gélida en mi hombro, como perpetuo recordatorio de que yo soy mi mayor impedimento. Hoy es uno de esos días en que la Ninfa, más que dormida, parece estar muerta. Hoy es uno de esos días en que decido alejarme de la gente que sólo toma de mí los aspectos alegres, bonitos, y se va cuando la oscuridad que hay en mí amenaza con cernirse también sobre ellos. Hoy es uno de esos días en que siento que las cosas me pasan a medias: ni tan inteligente, ni tan atractiva, ni tan simpática, ni tan deprimida, ni tan necesitada de las personas, ni con tantas ganas de vivir, ni con tan buena voz, ni con elocuencia. Hoy es uno de esos días en que me siento en el limbo, y estoy dando pasos vacilantes hacia el infierno para poder abandonar de una buena vez toda esperanza.





Hoy me sangra la entrepierna y me siento fatal. Vamos a echarle la culpa, un poquito, a eso.